"El rey niño Buby I colocó su diente debajo de la almohada, como es costumbre hacer, y esperó impaciente la llegada del ratoncito. Ya se había dormido cuando un suave roce lo despertó. Incorporóse de un brinco, sobresaltado, y vio delante de sí, de pie sobre la almohada, un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja, terciada a la espalda.
Buby consiguió convencer y acompañar a Ratón Pérez en su misión nocturna, para ello fue transformado en ratón. El Ratón Pérez saltó sobre su hombro y le metió por la nariz la punta del rabo, estornudó estrepitosamente el Reyecito, y quedó convertido, por el mismo esfuerzo del estornudo, en el ratón más lindo y primoroso que imaginaciones de hadas pudieran soñar: Era todo él brillante como el oro, y suave como la seda, y tenía los ojitos verdes y relucientes como dos esmeraldas.
En su extraordinario viaje, Buby descubrió que había niños muy diferentes, que pasaban hambre y frío pero que también eran sus hermanos porque todos eran hijos de Dios. Además, se encontró con el temido Don Gaiferos, gatazo enorme, cartujano, cuyos erizados bigotes subían y bajaban al compás de su pausada respiración..."
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